LA RELACIÓN TERAPÉUTICA: LA CURA POR AMOR.


Fragmento ponencia en congreso homenaje a Humberto Maturana organizado por el CMTF.
Por Lic. María Esther Cavagnis

Hemos sido entrenados para negar nuestras emociones y de este modo quedamos atrapados en la ceguera sobre nosotros mismos. La neutralidad y los encuadres rígidos, por ejemplo, pretendieron anular la subjetividad implicada y así afectos y emociones se instalaron como tabúes inmunes a la problematización.
No se niega la presencia de las emociones en el terapeuta, pero paradójicamente solo “está permitido” que sean expresadas fuera del setting, con el equipo detrás del espejo, con el supervisor o en su terapia personal. Como si esto fuera posible. Como si fuera suficiente con no hablar para que la relación no se conmueva. Esto sin duda es un modo de pensar la emoción como algo que sucede dentro de la piel de cada uno y no como un efecto que sucede en el dominio de la relación.
La disposición emocional delimita, restringe o habilita el dominio de las acciones posibles. La posición que asuma el terapeuta en el campo determina qué acciones están permitidas o prohibidas, cual es el ámbito de conversaciones posibles, cómo se estructuran las relaciones de poder en las que se darán estos intercambios, en suma, generan distintas configuraciones del emocionar que caracterizan modos de convivencialidad diferentes.
La definición de Amor menos dormitiva que escuché en mi vida es la de Maturana, quien lo entiende como la aceptación del otro como un legítimo otro.
Creo que todos o casi todos los motivos de consulta son una expresión de sufrimiento en la que subyace como constante alguna forma de desamor, de violencia. Entendida la violencia como un modo de relación que implica la negación del otro, ya sea bajo la forma del descuido, del desinterés, de la desvalorización, de la exigencia, del abuso del poder. Así la consulta, es entre otras cosas una apelación a otro, a quien se le pide que sea capaz de ayudar a configurar modos diferentes de ser en relación.
No cura la palabra por docta, técnica o experimentada que sea. Es la energía afectiva que sustenta la palabra el punto de apoyo para cualquier transformación.