LAS PAREJAS: ARMANDO TERRITORIOS EN COMÚN
Por Mirna Marcoff.
En las últimas décadas los terapeutas hemos trabajado mucho para comprender y acompañar la diversidad de configuraciones que se fueron desplegando en las parejas y familias.
Hubo importantes transformaciones en el imaginario de lo que hasta finales del siglo pasado se llamaba pareja y, su aliado o equivalente: el matrimonio.
Las problemáticas de género que los feminismos fueron haciendo visible, como por ejemplo las diversidades sexuales y las nuevas tecnologías de reproducción, desencadenaron verdaderas crisis en aquellos imaginarios y dislocaciones al interior de estos vínculos.
La relación durable que entraba en moldes universales y prefabricados, marcaron muy fuertemente las relaciones amorosas de la modernidad. Conformadas mayormente con un ideal romántico y hasta que la muerte los separe, dejaron profundas marcas hasta finales del siglo pasado.
Hoy en cambio, podemos comprobar, que las relaciones amorosas son como ensamblajes, siempre singulares, y muchas veces precarias.
Aquella manera de pensar las relaciones amorosas de antemano como un “mapa a recorrer”, que aún invitan con su fuerza ilusoria, generan estancamientos y crisis.
Hoy necesitamos repensar otras maneras de hacer pareja para dar lugar a nuevas fuerzas vivas.
Actualmente puedo pensar la relación de pareja como una complejidad, a mi entender, en crisis, atada a rasgos modernos, pero también con fuertes deseos e intentos de crear nuevas formas del vínculo amoroso.
El encuentro con otro es único e irrepetible, pero no es todavía un acontecimiento, hace falta otra operación, un nuevo agenciamiento que posibilite la coexistencia de lo dispar. ¿Cómo es posible la construcción de un territorio común?
Dardot y Laval en el libro “Común”, replantean la idea del mismo como algo instituído. Un común se construye a través de una praxis instituyente, una actividad de co-participación y de co-implicación.
Lo común como un principio político, inapropiable. Un común no es una cosa, aun cuando se refiera a ella, sino el lazo vivo entre una cosa, una idea, una relación o un lugar, y la actividad del colectivo que se hace cargo y lo cuida.