[dropcap type=»circle» color=»#ffffff» background=»#555555″]E[/dropcap]s común encontrar en los variados escenarios que hacen referencia a las «familias» (teóricos, clínicos), la categoría «nuevas organizaciones familiares».
Desde ya hace algunos años prefiero hablar de «diversidades familiares». Tal elección no corresponde simplemente a una cuestión estética ya que tales expresiones no las considero sinónimas.

La mirada psicosocial pluralista caracteriza a la familia como «aquel conjunto de personas relacionadas por matrimonio, concubinato, nacimiento, adopción o elección».

Cada vez más muchos individuos se describen en tanto miembros de una familia, considerando como tal a aquel conjunto de personas unidas por el cariño y el cuidado, y por responsabilidades continuas.
El agregado de la noción de «diversidad» al término «familia» nos ofrece la posibilidad de distinguir diferentes tipos de familia. Las mismas utilizan multitud de estrategias para alcanzar sus necesidades de cohabitación, reproducción, nutrición, cooperación económica, afecto y protección.
«Diversidades familiares» es una forma de caracterizar la variedad entre y dentro de las familias. Esta variedad puede ser considerada desde un eje sincrónico o desde un eje diacrónico como así también desde una lectura a partir de una lente constituida por la disponibilidad simultánea de ambos dando lugar a la posibilidad de interpretaciones más complejas.

 
La denominación «nuevas organizaciones familiares» toma en cuenta fundamentalmente lo contemporáneo, perdiendo de vista en muchas ocasiones, el hecho que algunas de esas formas de «vivir en familia» no son tan nuevas, sí bien el contexto en el que «habitan» sí lo es. Cabe destacar sí, un aumento en su visibilidad y en su legitimación, lo que no es banal.
Por otra parte, con dicha denominación se quiere significar su formación ( la de nuevas familias) a partir de la transformación, resquebrajamiento de la familia nuclear, considerada el «modelo que debe ser». Se toma como «centro» a partir del cuál se distingue lo «diferente».
Sí bien la familia nuclear fue y es, en parte, lo instituido en determinados grupos sociales, de ninguna manera agota lo que podemos distinguir como «existente en tanto prácticas familiares».

 
Al hablar de «diversidades familiares», considero como foco lo que distingo como diferentes entramados relacionales a los que llamo configuraciones familiares donde los bordes no son necesariamente claros y distintos, si no frecuentemente difusos.
Habiéndose desdibujado la hegemonía de la familia nuclear estalla la «visibilidad de las diversidades», alterándose igualmente los procedimientos de lectura de aquellas «realidades» que se van construyendo y disolviendo en el fluir de nuestra vida.
Esta situación nos pone a los terapeutas ante un desafío porque también han cambiado los procedimientos de intervención en las situaciones de consulta. Dicha alteración a su vez conlleva a un nuevo bucle recursivo en cuanto a la visibilidad y legitimación de las diversidades. Una de las consecuencias de ello es que ya no podemos presuponer a-priori la legitimidad de algún tipo de familia sobre otra.
El momento actual da lugar a pensar las diversidades familiares en serio.

 
Posibilita la capacidad de asumirlas a partir de lo que les es y no les es propio y no como deformaciones a partir de un modelo privilegiado.
La distinción de diversidades se torna posible a partir de la consideración de ciertos parámetros.
Uno de los parámetros más frecuentemente tomados en consideración es aquel que considera cuestiones atinentes quiénes, cuántos, dónde viven los miembros de la configuración familiar. Desde esta mirada podemos reconocer como familias a las que:
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  • 1 – Tradicionalmente han sido denominadas familias extensas.
  • 2 – A las familias integradas por miembros con matrimonios previos, con o sin hijos.
  • 3 – A las familias monoparentales.
  • 4 – A las familias constituidas por personas del mismo sexo conviviendo o no con hijos de un primer matrimonio de alguno de los miembros de la pareja, o con hijos adoptados, etc.

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Otro de los parámetros posibles de considerar y que hacen a la posibilidad de distinción de lo diverso es el atinente a lo ideológico-cultural.
Desde esta perspectiva no es lo mismo el significado de familia para alguien que convive con una persona del mismo sexo que para aquellos para quienes gran parte del sentido de sus vidas gira alrededor, aún hoy, de la continuidad del matrimonio «hasta que la muerte los separe».
Sí bien los fines del presente escrito he señalado la distinción tomando en cuenta los parámetros enunciados, en lo existencial dicha distinción entre diversidad familiar y diversidad cultural no se torna tan clara.

 
Nuestra sociedad en tanto pueda distinguirse como una sociedad compleja, se encuentra atravesada por imaginarios sociales e imaginarios familiares diversos. Cuál es la vía por la que se transita en cada momento es muy complejo de ver. Continuamente navegamos entre imaginarios provocando así los deslizamientos a través de los llamados toboganes semánticos. Dichos deslizamientos se manifiestan en enunciados que presentan cierta incoherencia entre sí, dado que el lugar de la enunciación se corresponde con diferentes imaginarios.

 
Los imaginarios no deben entenderse como conceptos abstractos sino en relación al devenir de la vida, son imaginarios encarnados.
Podemos caracterizar al imaginario social como el conjunto de instituciones, narraciones de todo tipo, modelos relacionales, objetos, etc, que tiene un determinado grupo, micro-cultura, tribu, en cada momento histórico. Entendiendo por imaginario familiar aquello que distinguimos del imaginario social y que adscribimos a las prácticas nominadas como familiares.

 

 

LIC. JAIME SZWARSTEIN.

 

A continuación para matizar un poco la exposicion de Jaime, Juana Droeven, seleccionó de la investigacion que está realizando de historias sobre el tema de la relación entre hermanos, dos viñetas que describen las maneras de configuraciones fraterna-alrededor de las fiestas.

 

En todas las familias hay un sistema nucleante para las reuniones, una
porque hay orientación de la cultura fuerte de la familia, dos, son formas que se teje la historia de la hermandad, como no funciona con la continuidad que tiene un hilo histórico temporal, sino distintas discontinuidades que formas hitos que se transforman con situaciones quizás de nada, actividad del lazo, el lazo fraterno fraterno tiene una dimensión de actividad de lazo muy variable. La fiesta hace de función historizante en la exorbitancia que hay de las diversidades y de construcciones este nexo de base permite sostener algo, que está en la galaxia suelta o en ese magma volátil, estas facilitan el mantenimiento de hitos de encuentro por encima de lo electivo, hay quienes lo logran y quienes no, son lugares posibles, fiestas, cumpleaños, velorios.

 

Las fiestas son aglutinantes culturales donde cada familia expresa e imprime en sus componentes dimensiones muy variables en ella se muestran todas las diversidades y construcciones que ese nexo de base permite sostener. Las fiestas permiten sostener y poner en escena una gran riqueza de matices y volubles entrecruzamientos.

 

Viñeta: «Con mis hermanos no hablo más hace tres años… No es que estemos peleados, pero ya no hablamos, que sé yo… Creo que tiene que ver con el último año nuevo que pasamos juntos, si puedo decir que lo pasamos… Mi mamá vive en Constitución y mi viejo en Vicente López. Por lo que año nuevo es insoportable porque ambos quieren pasarlo con sus hijos. En general en año nuevo, estamos hasta las 24 con mi vieja, y ahí partimos a lo de mi viejo, para brindar con él. Ella nos obligaba a esperar a la abuela para saludarla pero era un tema, porque a su vez mi abuela no quería estar con la otra parte de la familia y no nos dejaba ir hasta que ella llegara. Finalmente me fui a lo de mi viejo que también estaba con su mujer y los hijos de ella y era otro quilombo porque había que organizar otra reunión al día siguiente porque los hijos del matrimonio anterior de ella, aliados con el padre que fue víctima de la historia traicionado no querían verla a ella en ninguna fiesta.
Para cada fiesta había que hacer duplete, pero las segundas eran para la otra parte. Esto armaba despelote entre los hijos que se sentían tironeados por todos lados.
Yo siempre me pasé el año nuevo en un auto mientras los demás festejaban mi espera o lo que fuese. A partir de ese momento para mí las fiestas dejaron de existir.»

 

Viñeta: «Mi hermana que es más sometida a mi vieja por la historia cuando tuvo que hacerle el cumpleaños a su hijo, fue todo un tema porque no quería hacer dos cumpleaños pero nuestra madre se impuso con vehemencia diciendo que si él estaba en la fiesta, ella no iba. Así que mi hermana tuvo que hacer otra reunión para mi papá y su mujer actual. Todavía en las reuniones familiares cuando nosotros vamos a la casa de mi padre nos juntamos con los hijos de la mujer de mi padre pero no los invitamos a nuestras casas porque sería una ofensa para mi madre.»

 

Es interesante probablemente para la clínica las líneas de fuga de los entrecruzamientos de lo fraterno, en pocos casos los hermanos se encuentran electivamente con espacio de una periodicidad sólo marcado por el vínculo, siempre es alrededor de, por motivo de y con un fuerte predominio de lo parental…

 

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